El modernismo llega a Coruña en los primeros años del siglo XX, asociado a edificios promovidos y costeados por la burguesía local. Esta burguesía había venido cobrando importancia desde finales del Siglo XIX y estaba asociada, principalmente, a negocios con ultramar.
En 1883 el Ayuntamiento de la ciudad de la Coruña pone en marcha la ampliación de la ciudad con el Ensanche (actuales calles de Juana de Vega, Picavia, Feijoo, Plaza de Lugo y Plaza de Pontevedra). Es, principalmente en en este entorno, donde la nueva burguesía coruñesa establece sus viviendas. Éstas reflejaban el poder económico de sus propietarios y, a la vez, marcaban una diferencia con la vieja aristocracia coruñesa, que seguía habitando en la Ciudad Vieja en sobrios palacetes y caserones, sin galerías y dándole la espalda al mar.
A pesar de que los arquitectos importan ideas de centroeuropa, también desarrollan algunas características propias en sus construcciones. Además, su trabajo se ve favorecido por la presencia de la fundición Wonenburger en la ciudad, regentada por una familia de origen alsaciano, relacionada con arquitectos de la zona.
En el caso coruñés, la arquitectura modernista aporta luminosidad a las edificaciones: Se buscan espacios abiertos, amplios ventanales y galerías. Y los principales motivos decorativos son hojas, flores, columnas y pilastras y, en ocasiones, bustos femeninos. Según se va instalando el nuevo modelo arquitectónico, los edificios son cada vez menos sobrios, más decorados y más coloridos. En numerosas ocasiones la fecha de finalización del edificio se inscribe en la parte superior de las fachadas.
Los rostros femeninos que adornan estas casas se inspiran en una dama inglesa. Eilizabeth Seadel, amante del pintor prerrafaelita Dante Gabriel Rossetti. Su belleza lánguida, enigmática y sus largos cabellos la hicieron famosa al morir intoxicada por sobredosis de láudano, una mezcla de opio y alcohol.
La «gramática de la ornamentación» del inglés Owen Jones (1808-1874) influye en el Modernismo coruñés. Los artistas locales de Coruña decoran las fachadas y los portales con lirios, hojas de castaños de indias, plantas acuáticas, rosas y camelias en guirnaldas multicolores que salen al encuentro del paseante para dar placer a los sentidos.
La rosa de Glasgow del arquitecto Ch. R. Mackintosh y plantas de tallos ondulantes que transportan savia se apoderan de las galerías. Entre estas joyas modernista, se extienden las superficies transparentes del cristal como alas de libélulas.
Como la inspiración viene de Oriente, la influencia japonesa se hace patente en forma de lirios repujados, cañaverales y mariposas sobre nenúfares, hojas de acebo estrelladas y flores de loto que enmarcan ventanas y ascensores dando lugar a una arquitectura ecológica.
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